ESTAR

Acabó el último fin de semana antes de las Navidades, aunque María Carey lleva sonando desde hace ya un tiempo, si es que alguna vez ha dejado de sonar y también las zambombás en Jerez (perdón se dice y también se escribe supongo zambomba, que nadie se enfade). Pues eso, pre-navidad y tú harto o harta ya de celebraciones, festividades, de luces, de comidas de empresa y de amigos, de conocidos, de comprar, de ir parriba y pabajo, de pasar frío, de poner buena cara, de quedadas, y de todo lo que conllevan estas fechas, que, al igual que otras, vienen, y se irán para dejar paso una nueva, Carnavales, Semana Santa, Feria, Verano y así toda la vida. Festejando. Coño, ¿qué alegría no?.

SUS GRAMMYS

Sevilla, 2023. La primera vez en la Historia que los Premios Grammy Latino salen de latinoamérica y resulta que se vienen (o los traen) a Andalucía. Tremendo. Ríos de tinta electrónica. Seguro que ya se ha escrito mucho sobre los costes para nuestra tierra que pudo suponer congregar este evento internacional, yo no sabría analizar si ha sido positivo o si se habrá perdido más con esta quizás o no arriesgada apuesta, lo que no se puede negar es que ha llamado mucho la atención que sea aquí.

Cuando viene sin venir

Imagino que por desgracia, te habrá pasado alguna vez que una persona que para tí en algún momento de tu vida fue importante, ahora mismo ni lo es, ni está en tu vida.


Creo que lamentablemente eso es bastante común y que nos ha pasado a la mayoría. Hoy me apetece escribir sobre ello porque desde que ha surgido la conversación con una compi del trabajo, tengo un nudo en la garganta, o simplemente es que casualmente (ella sabe porqué y lo comparte), estábamos sensibles.

Es normal que parejas, amigos, compañeros de trabajo, de equipo en la práctica de algún deporte, o no sé, en otros ámbitos se distancien el uno del otro o de la otra, pero de lo que me gustaría escribir y desahogarme también es de cuando desaparecen por completo.

Una cosa es no saber de una persona en un tiempo, y otra muy diferente es que directamente, deje de existir. Y lo peor aún, el sentimiento de que no existas para alguien cuando tú sí la recuerdas.

A veces, nos hacemos daño, voluntariamente o no, está claro, y el tiempo puede que cure las heridas o que no eh, que también. Luego las personas, algunas son rencorosas, egoístas o quieren dejar “el lastre” de otra que le ha sido como veneno en su vida, que también. Pero lo que me parece increíblemente sorprendente y extraordinario es la capacidad de algunas personas de hacer que otras desaparezcan por completo de su vida. Otro post merecen (y una guantá también) las que lo hacen sin ni siquiera haberse enfadado alguna vez, simplemente, por dejadez. Telita. Aquí al menos tienen un “motivo”, de base al principio.

Cuando pasa, sinceramente, duele y alguna vez como hoy, lo he intentado sacar y hablar con amigos pero es verdad que cuesta y más cuando a cada uno le ha pasado con personas diferentes y por supuesto por causas y con consecuencias variables, es imposible homogeneizar el tema.

Pero en definitiva y al grano, que todo esto pase genera la siguiente sensación: La muerte.

LO QUE QUIERO

 

Quiero escribir. Y que me paguen por ello. Ea, ya lo he dicho.


Advertencia a quien lea este texto: Es un simple arrebato, una pataleta de alguien que tiene un capricho HOY y el cuál mañana probablemente se haya esfumado, como buen niño inmaduro que sigue siendo a pesar de su ya avanzada edad para ciertas cosas, las cuáles, son así para la mayoría de los mortales. Menos mal que existen las minorías.


Pero es que me apetece, en este preciso momento de mi existencia, tengo un antojo sin estar embarazado que puede durar entre 15 minutos y 54 años. Simplemente quiero hacerlo y por esa razón estás viendo tú esto ahora. Po mira. ¿Porque este tio se aburra tengo yo que comerme su mierda? Si avanzas sí.

NI UN BAÑO TRANQUILO


No se si te pasará lo mismo que a mi, pero es que la siguiente circunstancia me supera.


Cuando de verdad me meto de lleno en una actividad y la disfruto, cuando más regocijo tengo y en aquellas cuando más celebran mis neuronas una victoria por su reencuentro, caigo de repente en un absurdo enfado conmigo mismo y de una manera desorbitada. Yo qué se, será TDAH. Un buen zarpajazo.


Caída de servidores. Y con ella, enfado por no acudir a esa actividad más a menudo, hasta el punto de dejar caer mi euforia. La fiesta se acaba, el dj apaga la música y se desenrolla la alfombra roja pero hacia la salida en un bucle de dejadez, que se come a todo lo anterior, y vuelve a ganar la partida.