¿A qué le tenemos más miedo? Entre otras cosas. A la
incertidumbre. ¿Estaba claro no?
Tenemos miedo a no saber qué cosas van a pasar. Es un
sentimiento de temor, un sistema de alarma que hace que nos pongamos nerviosos,
que nos abruma y que nos mantiene en alerta acompañado la mayoría de las veces
de una buena dosis de preocupación.
No sabemos si lo que viene después de esa incertidumbre es
bueno o malo. Pero estamos preocupados. Es inherente al hombre. Si normalmente las
posibilidades de que pasen cosas buenas y malas están al 50 %, ¿por qué en la
balanza pesa más la preocupación por lo que pueda pasar malo que el posible
beneficio que pudiera aportar algo bueno?
Ocurre igual que con la muerte. Nos preguntamos una y otra
vez: ¿Qué hay después de la muerte? Y por supuesto pensamos mucho en ello, a la
vez que nos preocupa una barbaridad este tema, por ello, acudimos a la religión, a la
teología, a la astronomía, a la física, pero no hay aún nada concluyente al
respecto.
La misma pregunta entonces: El mismo porcentaje otra vez. 50
% pasará algo, 50 % no. El matiz, para mí lo más importante de la cuestión: Nadie
se pregunta qué hay antes. Es una reflexión que he leído de Punset y es tan
simple como alucinante, como esclarecedora, como losa que cae encima y pone
todas nuestras cuestiones anteriores en entredicho.
Mucho tiempo, demasiado se llevan algunos pensando en algo
de lo que no (probablemente no) será consciente cuando llegue, y no sólo
pensando, sino preocupándose. Estas aquí, y ahora. ¿Por qué no aprovechas que
tienes un 50 % de probabilidad de éxito para disfrutar o para aumentar las
posibilidades?
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