Caer en la tentación

Hablar objetivamente de la situación de los jóvenes a día de hoy, es muy complicado, y valga la redundancia, hablar de la situación de los jóvenes a día de hoy, es hablar de situaciones difíciles en estos tiempos y cambios que corren por el mercado de la incertidumbre. 


Aunque a veces, hay que hacer de tripas corazón, analizarse bien uno mismo, y valorar lo que cada uno de verdad tiene y el cómo lo ha conseguido, haciendo crítica de lo que sea necesario.


Las nuevas generaciones, desconocemos lo que otras sufrieron en tiempos de guerra y de dictadura en los que de verdad se pasaba hambre en nuestros entornos más cercanos, eso muchos de nosotros casi ni alcanzamos a creerlo o imaginarlo, y aunque la situación y los índices estadísticos cada vez se acerquen más a los de pobreza de aquellos momentos en muchos lugares, reconozcamos que muchos no sabemos lo que es vivir una situación así, y gracias. 


Ojo, de ésto no hacen miles ni cientos de años, hacen bastantes menos.


Algunos, con la muerte de Adolfo Suarez, al que la mayoría desconocíamos y del que prácticamente sólo habíamos oído algo de paso, hemos comenzado a investigar y preguntarnos lo que supuso este personaje y el contexto de la transición en la que se superó la época dictatorial que había dejado a nuestro país en una situación tan negativa en ámbitos cruciales como la economía, la industria, los aspectos sociales, la cultura o los valores como la unidad que consagró después la Constitución.


Muchos de nosotros, después de la transición, afortunadamente hemos tenido situaciones familiares aceptables, y hay que reconocer salvando los graves problemas actuales de los que estamos hartos de hablar (desempleo, emigración y fuga de jóvenes, corrupción...) y por los que hay que seguir luchando, que ahora mismo vivimos mejor, al menos que en la época en la que sitúo este texto y ello implica que vivimos más cómodos.


Por eso caemos en la tentación, por eso nos relajamos, quizás, porque a veces no somos capaces de apreciar lo que ha costado la construcción del Estado del Bienestar en el que nos hemos visto desde que nacimos pero que se adquirió después de mucho esfuerzo de generaciones anteriores a la nuestra (aunque repito, estemos volviendo a la senda de sufrirlos) que apenas tenían para comer mientras yo estoy con un té caliente escribiendo esto a través de mi ordenador portátil.


Yo soy el primero que aprovecho la situación por ejemplo, para estudiar en casa, aunque no tenga demasiados recursos económicos,  (y quién sabe si pronto como muchos tenga que marcharme) tampoco estoy en una situación de pobreza y necesidad extrema como podría estar si me retrotrayera a la época en la que a mi abuelo le dió una angina de pecho pensando en las consecuencias que tenía que un teniente coronel entrara el 23 de Febrero de 1981 en el Congreso de los Diputados para intentar volver a instaurar un régimen militar y autoritario en nuestro país en el que aquél y su familia pasaron entre otras cosas, hambre. 


Definitivamente, algunos días, quizás como tú, caigo en la tentación de la ociosidad, y aunque esté en esos momentos bien, luego tengo que darme cuenta de que la responsabilidad por esos momentos ociosos (que no el ocio necesario) en el caso que me perjudiquen en mi trabajo o estudio es mía y solamente mía.


Aunque hay días, como hoy, en los que al menos, intento reflexionar sobre ello y valorar lo que de verdad ha costado llegar hasta aquí, y por ello, esa tentación de ociosidad, puede ser contraída con dosis de más lucha, esfuerzo, ganas, motivación y trabajo por conseguir salir adelante en este mercado de la incertidumbre.

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