Justo después de hablar de ellas, quizás se antoja interesante la idea que nos ha surgido relacionada no sólo con el comportamiento ligado a la personalidad sino relacionada con los objetivos de la empresa.
No podemos olvidar nunca que cuando trabajamos en un departamento de RRHH estamos trabajando para una empresa y el objetivo de ella es hacer dinero.
Por eso se nos exigirán una serie de competencias técnicas y ligadas al negocio (liderazgo, credibilidad, diseño organizativo, competencias ejecutoras operativas, impulso de la cultura y del cambio, dirección estratégica...) que ayuden a que con nuestra gestión de los RRHH, la rentabilidad de la empresa sea mayor. Si no, los inversores, la dirección de la empresa o de quién dependamos, no estarán contentos con nuestro trabajo, y seremos fácil carne de cañón para ser sustituidos por otras personas o ser suprimidos directamente.
Por eso estaría bien situar, además de diferenciar las competencias y capacidades que se necesitan a la hora de desempeñar el trabajo en el ámbito de RRHH. Sabemos que son muchas tareas diversas las que dependerán de nosotros y la resolución de muchos problemas que vendrán tanto de parte de los trabajadores, como de la dirección y seremos a veces como el mediador que necesitarán unos y otros para la resolución de aquellos..
Los intereses a veces se contraponen y entonces surge la gran pregunta que me ha hecho escribir éstas líneas: Se necesitan más competencias ligadas a la actitud para saber cómo tratar a los demás en el desempeño de éste trabajo, y ligadas a la personalidad o es preferible poseer capacidades más enfocadas al negocio y al aumento de rentabilidad.
El equilibrio entre los 2 tipos es la forma más adecuada para conseguir dinero para tu empresa haciendo que los trabajadores estén más motivados si tienes buena empatía con ellos y tus competencias relacionadas con la personalidad se adecuan a sus intereses además de tener las técnicas y ligadas al negocio que necesiten tus superiores.
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