Soy alguien de no demasiadas palabras cuando tienen que
salir de su boca, pero hoy dentro de mí, hay un mogollón de ellas que necesitan
salir a borbotones, y las tengo que sacar escribiendo a través del
corazón esta carta con cariño.
A vosotros, a vosotras y a la vida, que es camino y no fin. Por
ponerme, por cruzarme en el vuestro o por hacer que aparecieseis en el mío. Por
tanto, a pesar de que en principio uno está triste cuando cambia de etapa, tengo
que agradecer y estar satisfecho, feliz por haber podido compartir parte del
camino con tan buena gente.
Esta parte del camino, de la aventura, se acaba, pero
siempre se quedará en mi recuerdo por una multitud de razones de las cuales
quiero destacar 2: A las personas que formáis parte de la EOI de Algeciras y al
ambiente que habéis creado allí.
Cuando cambias de ciudad, de rutina, y te alejas de tu
gente, al principio pesa mucho, pero si tienes buena actitud, pienso que puedes
atraer hacia tí a las cosas buenas. El optimismo como forma de vida es mi única
premisa, ¡ojalá os lo haya transmitido este tiempo!, y en este caso ha funcionado aunque no se si es la razón de haberme
cruzado vosotros. Pensaré siempre que sí, y si no es así y fue sólo casualidad
u otro motivo, benditos sean. ¡Soy un privilegiado!
Un privilegiado por haber compartido espacio laboral y
social con gente que ha sido capaz de crear ese propio espacio dentro de un
centro de trabajo donde cada uno es como decimos en Barbate “de su padre y de
su madre”, con sus diferencias, sus manías y su forma de hacer las cosas, en el
que, de forma transversal y guiados por un equipo de chicas impresionante, hemos
podido estar a gusto realizando nuestro trabajo.
Eliminando la floritura: He tenido la suerte de que mi
primer destino en la Administración Pública ha sido en un lugar donde la
profesionalidad y el buen ambiente han marcado cada paso que se ha dado.
En el que en estos casi 2 años no he visto a ningún usuario ni alumno descontento ni por supuesto quejoso con su funcionamiento, todo lo contrario, en donde para
entrar, como decía uno de los carteles que teníamos por allí, había que tener
puesta una sonrisa. Qué maravilla. En serio. Enhorabuena.
La Administración, el lugar donde deseaba poner mi granito
de arena desde hace tanto tiempo, donde para entrar he luchado, como vosotros, varios
años en la biblioteca de mi pueblo entre apuntes, leyes y libros tanto tiempo y
dónde tenía el miedo de encontrarme con enchufados incompetentes a los que por
desgracia, estamos acostumbrados a encontrarnos en muchas instituciones públicas
y siguen hoy día siendo mayoría.
Siempre recordaré vuestras sonrisas, la forma en la que habéis
creado ese ambiente informal de trabajo sin perder un ápice de profesionalidad,
la buena gente que hay ahí dentro, cómo caí de rebote y del arte pasé a los
idiomas, aquel Halloween, éste otro vestido del “pasen”, lo importante que ha
sido “Séneca” que jamás hubiese pensado cuando lo estudiábamos en filosofía, las
charlas sobre la vida y el trabajo, los cafés, las colas de gente pero y qué, a
tope, porque cada sello que he puesto ha sido un halo de satisfacción por estar
en un buen sitio, sentirme útil y querido, los viajes, los amigos invisibles y
visibles, las cenas de navidad, los encuentros, comidas también fuera del
trabajo y otros tantos detalles que me hacen sonreír ahora y lo harán cada vez que os recuerde.
Otra cosa inolvidable de esta etapa son las caras y las
palabras de las personas que vienen a nuestro centro (porque siempre será en
parte mío también y no me perderéis de vista tan fácilmente jejej) que han
comprobado cómo de bien se trabaja allí. La satisfacción de que, una persona
tras salir de clase, ser atendida o habérsele solucionado un problema te dice que ojala en
todos los sitios lo trataran igual de bien, y que de verdad se trabajara tan adecuadamente como allí, lo que aprenden, o
que alguno te dé la mano y te diga lo profesionales, simpáticos y agradables que
sois todos allí, te engorda de orgullo de una forma que ni la paella que aún tenemos
pendiente de comer.
Podría llenar esta carta con anécdotas, o diciendo cosas en
particular de cada persona con la que nos hemos cruzado en esta etapa del
camino, pero no quiero extenderme demasiado para remarcar la idea principal de
estas palabras, que es la de daros las gracias, que ha sido un placer trabajar allí, conoceros, y
expresaros mi felicidad por haber formado parte de la EOI de Algeciras durante
este tiempo.
Volvamos a vernos y a cruzar nuestros caminos siempre que
haga falta. Esto no es un adiós. Es un “os quiero” de alguien que además, os
aprecia mucho.
Tenéis una parte importante en el corazón de este atún de
Barbate.
Para
siempre. For ever. Pour toujours.
Bonne continuation
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