No se si te pasará lo mismo que a mi, pero es que la siguiente circunstancia me supera.
Cuando de verdad me meto de lleno en una actividad y la disfruto, cuando más regocijo tengo y en aquellas cuando más celebran mis neuronas una victoria por su reencuentro, caigo de repente en un absurdo enfado conmigo mismo y de una manera desorbitada. Yo qué se, será TDAH. Un buen zarpajazo.
Caída de servidores. Y con ella, enfado por no acudir a esa actividad más a menudo, hasta el punto de dejar caer mi euforia. La fiesta se acaba, el dj apaga la música y se desenrolla la alfombra roja pero hacia la salida en un bucle de dejadez, que se come a todo lo anterior, y vuelve a ganar la partida.