Una nota, un extremo laboral


¿Por qué insistimos una y otra vez en llevarlo todo a los extremos? ¿Incluso en el tema laboral?

 
¿Y  cuando depende nuestro futuro de la nota de un exámen?
 


Me han surgido estas preguntas porque tengo una amiga que está muy agobiada porque se aproxima el MIR, ella está estudiando al máximo, y está motivadísima, pero una cosa le llena de ideas peligrosas y de incertidumbre.

 
Ella será médico por vocación, pero por vocación a una especialidad concreta, que es la que le gusta y la única en la que piensa que podría dar todo de sí misma, maximizar su valor como profesional y donde será más competente.


Para ello necesita una nota concreta. Y piensa a veces en que un punto, algún error puntual en el examen, algún error subjetivo de alguien que le corrija, o cualquier otra cosa pueda arrebatarle su sueño, su vocación.

 
En todas las oposiciones pasa, la nota es clave para elegir destinos, en principio es justo, porque quién más nota tiene, es normal que tenga derecho a elegir destino, pero es un extremo, ¿por qué no una pequeña prueba de actitud, de valoración personal a ver si realmente esa o aquella persona es adecuada para desarrollar determinado tipo de tareas?

 
A veces, uno no sabrá con qué se encontrará cuando comience a desarrollar su trabajo y si antes de comenzar pudieran enseñarnos realmente cómo va a ser, y qué necesitamos para realizarlo de la mejor forma (tanto competencias profesionales como motivacionales y actitud adecuadas) sería algo que convendría a todos, a nosotros como trabajadores, y a los que recibirán el servicio.

 
Una pequeña entrevista personal, más allá de las típicas, con las motivaciones, con las actitudes, preguntandole por las verdaderas razones por las que quieren trabajar ahí.

 
Se me ocurre otra prueba similar en las entrevistas para empleos privados, o por ejemplo, incluso para dar el carnet de conducir.

 
¿Acaso darías el carnet de conducir a una persona que estuviera psicológicamente no preparada para llevar en sus manos una bomba? Dado que el coche en manos de una persona psicológicamente preparada es una bomba.

 
Pues si hacen un pequeño examen y pagan las tasas, la bomba la tienen en sus manos.

 
En los trabajos pasa lo mismo, aunque menos exageradamente, pero sí puede ser una bomba que ponga en riesgo el éxito para tu empresa.

 

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