ME LO LLEVÉ

No quería, pero no tuve más remedio. Cada día lo tenía enfrente. Pasaba por delante y proyectaba su luz hacia mí de una forma casi cegadora. Con sus destellos, su brillo, fuerza, y con su increíble poder de atracción. Al final tuve que hacerlo. Y me lo llevé.

No quería, pero tentar a la suerte un día si y otro también, al final es lo que tiene. 

No quería, pero es que sentía que me miraba, me vino él a buscar a mí, lo prometo, y que conste en acta. Aunque por supuesto se me juzgará por mi fechoría, quiero que sepan todos el día del juicio final, que se comete una gran imprudencia al no cuidar aquello que más quieres, aquello que es lo más valioso del mundo, lo más preciado, y que, desprotegido y frágil, puede venir cualquier día un delincuente de pacotilla como yo y llevárselo.