NI UN BAÑO TRANQUILO


No se si te pasará lo mismo que a mi, pero es que la siguiente circunstancia me supera.


Cuando de verdad me meto de lleno en una actividad y la disfruto, cuando más regocijo tengo y en aquellas cuando más celebran mis neuronas una victoria por su reencuentro, caigo de repente en un absurdo enfado conmigo mismo y de una manera desorbitada. Yo qué se, será TDAH. Un buen zarpajazo.


Caída de servidores. Y con ella, enfado por no acudir a esa actividad más a menudo, hasta el punto de dejar caer mi euforia. La fiesta se acaba, el dj apaga la música y se desenrolla la alfombra roja pero hacia la salida en un bucle de dejadez, que se come a todo lo anterior, y vuelve a ganar la partida.

¿TE IMAGINAS?


Escritura, ¿que comienzo a cuidarte otra vez de forma más amable y continuada?


¿Te imaginas amigo, amiga, que hay otro confinamiento masivo y la gente vuelve a hacer las cosas que más le gustan y a valorar el tiempo con sus seres queridos? Visto lo visto, casi que otra vez sería necesario.


¿Te imaginas que el mundo por un momento recibe una descarga de amor desde el cielo, desde la inmensidad y todos comenzamos a apreciar la vida, a maravillarnos con lo espectacular que es, y a ser conscientes de que si no la aprovechamos y nos queremos, vamos a pasar por ella de la peor de las formas sin habernos merecido ese regalo?

UNA PRUEBA DE GANAS


Hola, otra vez por aquí, más soporífero que el/la Covid. Pero me he propuesto una cosa, y es que las ideas cuando uno las tiene (me lo repito cada día y nunca lo cumplo) están para sacarlas, para proyectarlas, para ejecutarlas.