La crisis de verdad



Valores. Crisis de valores. Parece que éstos ya no existen. Valores tan simples y que tanto nos cuesta entender hoy día como la solidaridad, como la colaboración, como la empatía, o como la simple escucha hacia los demás.



Son más valiosos la codicia y el conseguir cualquier cosa por los medios que sean. Se ha impuesto la ley del más fuerte. Pero el más fuerte y más agresivo con los demás, en lugar del más fuerte y colaborativo con los demás para buscar el bien común. Se ha pasado de buscar el bien general de la comunidad a buscar el sustento individual, y de buscar el sustento individual a buscar la riqueza absoluta individual sin aspirar a otra cosa que a tener tener y tener.



Estamos ahora en una fase donde el fin sí justifica los medios. Y peor aún, no existen valores de cambio de actitud que florezcan por algún lado.



El único cambio puede ser personal, individual, que una persona por alguna razón piense, “creo que vamos por el mal camino y quizás deberíamos invertir tiempo, dinero, y fuerzas en otro tipo de cosas que desarrollen nuestro potencial como sociedad, pero tengo que empezar yo, desde cero, hacer algo”.



La persona que tenga ese cambio de mentalidad, no será bien vista por los demás, será rechazado, será anti-social, y no será escuchado, al contrario, será censurado.



Porque el conjunto de la comunidad ha visto cómo ha podido más el mirar hacia uno mismo, sin que trasciendan los problemas de los demás. Pero me pregunto yo, si somos seres sociales, ¿no debemos buscar también el bien de los demás? ¿Es que quizás estamos perdiendo nuestra razón de ser? La razón del ser humano, de que está aquí, en este mundo para vivir en comunidad con otros.



Hoy por poner un ejemplo, el hecho de saber simplemente que con nuestros recursos podríamos acabar con la pobreza en el mundo y no lo hacemos simplemente porque no nos da la gana, se me han quitado las ganas de pensar en el ámbito laboral y en otro tipo de causa para escribir por aquí.



No valen iglesias, no valen míseros porcentajes de riquezas para el tercer mundo, no valen pequeñas muestras de caridad que aunque benditas para quién las recibe cuando las recibe, no son suficientes.



Esa crisis es la primera que hay que solventar.



Si no, estaremos perdidos.




           

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