A mi amiga Helen siempre le han afectado psicológicamente
las situaciones que se encontraba en su vida, y cuando alguna era muy negativa,
la pobre siempre se llevaba varios días pensando en aquello con muchos nervios,
mucha incertidumbre, y le afectaba sobremanera todo lo que ocurriera a su
alrededor.
Además es una persona que empatiza enseguida con los demás,
cosa que hace que por su personalidad las cosas le afecten mucho más, pero hace
de su persona alguien muy agradable con la que estar y eso también le ayuda en
su profesión, que es la de cuidar de personas enfermas.
Ella siempre había visto los toros desde la barrera, pero ésta
vez, le tocó a ella ser la que necesitaba de cuidados.
Cuando me enteré de su accidente lo primero que pensé no
fueron en sus secuelas físicas, sino en sus secuelas psicológicas, su personalidad
y lo que yo conocía de ella me decían que aquello iba a ser algo que cambiara
su vida de forma drástica, porque accidentes ocurren todos los días, pero hasta
que no ocurren cerca de nosotros, no nos damos cuenta de la verdadera magnitud
que puede conllevar.
Lo confieso, cuando fui a verla tenía miedo, miedo a
encontrarme no una pierna rota, sino un alma rota.
Tenía miedo a no saber cómo animarla, a no saber qué
palabras decirle, a ver a una persona que del 100 % de las veces que la había
visto, 99 % habían sido con una sonrisa en la cara, para pasar a ver a otra
persona diferente.
Cuando entré y nuestras miradas se cruzaron todo aspecto
oscuro de mi pensamiento se eliminó de golpe, ella lo eliminó. De un sopetón,
de un solo gesto.
Para mi sorpresa su cara me decía otra cosa, y desde su boca
lo corroboraban unas palabras diferentes que me golpeaban en la cara dándome
una lección.
Mi lección era que tenía miedo a algo que no sabía con
certeza, mi lección era haber cometido el error de temer a una situación que aún
no había ocurrido, mi lección era saber que mi amiga había cambiado su actitud
de forma que iba a hacer que aquel accidente le afectara lo menos posible.
Aquel Verano iba a dejar las pistas de baile, por estar
sentada con la pierna apoyada, inmovilizada, pero podría disfrutar de sus
amigos y de alguna cerveza de una forma distinta, tranquila, relajada.
Aquel Verano sería una reflexión para darse cuenta de muchas
cosas y de cómo mejorar en su vida diaria. Aquel Verano iba a pensar en que las
cosas no son tal y como nosotros creemos siempre.
El impacto favorable que me provocó su actitud, me ha
ayudado sin ninguna duda. Los días y sus problemas los afronto de otra manera. Quizás
yo no conocía bien a aquella Helen del principio, que aunque era genial, tenía
esa debilidad desde mi punto de vista que era la de afectarle demasiado las
cosas, o quizás yo sí la conocía y el hecho de su accidente hizo en ella un
efecto distinto en su forma de pensar y lo ha convertido en todo lo contrario a
un punto débil.
Sus piernas a pesar del accidente, van mejorando, y ahora
son su punto fuerte.
Su punto fuerte no físico, su punto fuerte psicológico.
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