El reloj.

No sólo el reloj es el regalo, y aunque el tuyo sea precioso, lo que vale verdaderamente la pena es lo que representa. Y quiero contarte qué representa.

Representa algo sencillo, y a la vez tan complejo que el ser humano ha tenido el capricho de encerrarlo cuando él, es el que movido por el deseo de poseerlo y controlarlo, es quién está atrapado a su merced. El tiempo. Tic, tac, tic, tac…

Pero el que va a marcar y representar este reloj, es el tiempo que pasaremos juntos, también el que pasaremos pensando el uno en el otro o viceversa cuando no estemos tan cerca, él marcará nuestros pasos y será capaz a la vez de marcar los latidos que nuestros corazones darán, esos que se aceleran cada vez que se sienten cerca.

También quiero que represente el que ya hemos pasado juntos todo este tiempo, que sin lugar a dudas, está siendo apasionante. Un viaje en el que a su vez, y paradójicamente, el tiempo se para.

Porque cuando estamos juntos, él se para, y lo hace el mundo también. Nos deja un espacio, una burbuja, un sueño, que, indeterminado, construye un recuerdo que quedará para siempre grabado en nuestra memoria.

¿Cuál es nuestro trabajo? No vivir de ellos, y crear cada vez más y más momentos, si no, mírate tu muñeca, muñeca. Y este reloj te recordará que el tiempo pasa inexorablemente.

Vivir día a día, instante a instante, sorbito a sorbito, un camino, sin rumbo, porque la capitana del mismo eres tú y puedes mover el timón cómo y hacia dónde quieras.

No temas, hazlo. Porque si sólo creemos en el destino, será éste quién nos juzgue y guíe, sí, pero quizás hacia lugares a donde no queramos ir. Creer en él, es bonito, pero no podemos permitir que nos separe de la importancia que tiene el camino, que tiene cada camino, ni él, ni nadie.

Nosotros medimos el tiempo en segundos, en minutos, en horas, en años, pero deberíamos medirlo en momentos. Cómo estos. Los que pasamos junto a la gente que queremos, debemos no sólo repetirlos una y otra vez, sino aprovecharlos al máximo sacándoles todo su jugo. Porque si un día se acaban, el tiempo seguirá pasando, y debes mirarlo frente a frente sin bajar la cabeza y encarándolo para demostrarle que tú pudiste con él ahí, habiendo disfrutado de ellos.

Hay que tener una cosa clara: Al tiempo nunca, jamás se le vence.

Él siempre gana.

¿O es ella? Quizás sea ella la que, al ser madre, nos trae al mundo, en este caso a un mundo que es espacio, que a su vez, es tiempo. Van unidos, es la misma cosa.

Al tiempo sólo se le puede demostrar una certeza, y aunque realmente sea a nosotros mismos a quién nos la estamos demostrando es haberlo o no gestionado bien.

Por eso, al igual que me gustaría que ocurriera cuando pienses en mí, o cuando mires tu reloj, quiero que sepas que cada segundo que haya pasado, esté pasando, o vaya a pasar contigo habrá merecido la pena.

Pase lo que pase. En el camino o en el destino.

Porque lo que seguro sí pasará, será el tiempo.

Aprovechémoslo.

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